miércoles, 27 de octubre de 2010

Lo quiero, lo tengo. No lo quiero más.

Hoy estaba hablando con una amiga acerca de que uno quiere lo que( o a quien)  no tiene o en su defecto, quiere lo que el otro tiene. ¿Les suena?

Cuando éramos niños queríamos el juguete que el otro tenia. Cuando vamos creciendo vamos creyendo en las necesidades que nos genera la publicidad. Sin ir más lejos, hace veinte años el mundo giraba igual sin televisores LCD, sin blackberrys ni ipads.

Claramente, me incluyo dentro de este rango de gente consumista, no quiero decir  que este mal, creo que es inherente al contexto sociocultural en el que vivimos.

 Las cosas que poseemos hoy quizás las valoramos un 20% de lo que las apreciaríamos si nos las tuviésemos. Por otro lado si tuviésemos todo lo que deseamos, quizás las disfrutaríamos una semana  y después moriríamos de embole.

Hasta aquí con el plano material, pero si pensamos en las relaciones, creo que es evidente que la ecuación se repite. Cuantas veces escucharon de parejas que se rompieron por decisión de X, y tiempo después X quiere morir porque nota que en su momento no  valoro lo fabulosa que era Y. Queremos lo que no tenemos.

 Comparamos lo que tenemos con un ideal de película de Disney o con la vida de Marimar cuando termina la novela. Difícilmente algo de lo que hoy tenemos nos deje completamente conformes o se asemeje en algo a ese ideal. Siempre se quiere más de lo que se tiene, buscamos algo mejor. Quisieramos tener algo igual o mejor de lo que fulano tiene.

Todos tenemos defectos, algo nos falta, algo nos sobra, alguien no nos entiende. Cada uno de nosotros en algún punto distamos de la perfección. Nunca somos tan brillantes como nos gustaría ser. Siempre queremos tener alguna virtud más. Si notamos que algo nos falta es porque eso que no esta , lo queremos.

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